Desempleo persistente

Los economistas reconocen que ciertos tipos de desempleo son más persistentes que otros. Esa disparidad ha motivado que se califique al desempleo más duradero como estructural, implicando que se debe a circunstancias inherentes al funcionamiento de la economía, en oposición al desempleo causado por las fluctuaciones cíclicas que suelen afectar a las actividades productivas.

El desempleo estructural por lo regular se asocia con los cambios en la tecnología. El ejemplo más mencionado, por lo tanto, es el de los trabajadores agrícolas e industriales desplazados por la mecanización de las operaciones realizadas previamente de forma manual. Por su mayor productividad, la mecanización reduce costos y hace que los procesos anteriormente utilizados no sean competitivos. Y dado que no siempre es viable reentrenar y reubicar a los trabajadores desempleados a fin de adaptarlos para otras ocupaciones, ellos tienden a permanecer ociosos o desempeñando labores temporales.

Esa vinculación entre tecnología y desempleo persistente ocurre sobre todo en economías avanzadas. Sucede además en países subdesarrollados, pero en estos últimos también inciden otros factores cuya relevancia puede ser más significativa. Un caso al efecto lo proporciona el desempleo provocado por el agotamiento de recursos naturales, tanto mineros como agrícolas, el cual conduce al traslado de personas desde los campos y regiones con yacimientos de minerales, a la periferia de las ciudades, donde pasan a ser desempleados o subempleados. La magnitud de esos traslados se acentúa en países pobres con altas tasas de crecimiento demográfico, en los que el incremento en la oferta laboral desborda la expansión de la demanda de trabajadores.

En el caso de nuestro país son particularmente inquietantes las consecuencias de la deforestación y la degradación ambiental de las zonas rurales. Combinado con la expansión demográfica, el proceso de deterioro rural ha provocado una reducción paulatina en la posibilidad de que los campos sirvan como válvula de ajuste ante las fluctuaciones económicas. Ese rol tradicional permitía que en tiempos difíciles, en los que los empleos urbanos decaían, el retorno temporal al campo fuese una alternativa disponible. Esta posibilidad es actualmente menos viable, siendo mayormente reemplazada por la emigración al extranjero.

La capacidad de una economía para enfrentar el desempleo estructural está relacionada con su tasa de crecimiento, no sólo porque dispone de más medios para su mitigación, sino porque puede asumir mejor los costos de subsidiar a los desempleados.