Enfoque

Reclutamiento militar

La inmensa mayoría de los que vivimos actualmente aquí no tuvimos que cumplir con el servicio militar obligatorio. Pero aun quienes lo cumplieron antes de que fuese eliminado, no fueron reclutados para combatir en ninguna guerra, pues el servicio se limitaba a marchas y ejercicios de entrenamiento.

En otros países, en cambio, el reclutamiento podía tener desenlaces más peligrosos. Basta recordar a ese respecto las consecuencias de la guerra de Vietnam sobre los jóvenes estadounidenses.

El reclutamiento forzoso persiste en algunos países, pero en otros, como los EE.UU., ha sido reemplazado por fuerzas armadas voluntarias. Esa transformación implicó trasladar el reclutamiento al terreno de la economía, convirtiendo la opción militar en una alternativa que compite con otras ocupaciones.

Fue necesario elevar las remuneraciones y ofrecer incentivos colaterales, acompañados de una mayor eficiencia operativa y dispositivos tecnológicos automatizados. El número de efectivos se redujo, pero su logística y preparación aumentaron.

Dado ese componente económico en la decisión de enrolarse en el ejército y demás ramas de las fuerzas armadas, sería de esperar que las solicitudes de ingreso disminuyan en épocas de prosperidad y pleno empleo, y que se concentren en los grupos sociales con menor acceso a las ocupaciones alternativas mejor pagadas.

Así ha sido, aunque no tanto para las admisiones en academias militares, las cuales involucran formaciones profesionales conducentes a una carrera militar, rangos más elevados y asignaciones de comandos.

Sería de esperar también que las muertes en el cumplimiento del deber hagan bajar las solicitudes de ingreso. Sorprendentemente, un estudio sobre las guerras en Irak y Afganistán, publicado por el economista Garret Christensen de la Universidad de California en Berkeley, encontró que el efecto de los fallecimientos en combate es muy pequeño, y limitado a los condados de donde las víctimas procedían.

En cambio, cuando el reclutamiento es forzoso, las pérdidas de vidas de soldados generan una significativa reacción adversa, tal como ocurre actualmente en Ucrania, donde la resistencia a ser enrolado ha aumentado en proporción con los reveses sufridos en el campo de batalla.

También sucede que el reclutamiento forzoso puede provocar fisuras sociales, si existen disposiciones que eximen del servicio a determinados segmentos de la población. Un ejemplo de ello lo tenemos en Israel, debido a las exenciones concedidas por concepto de origen étnico y por labores religiosas.

Y el servicio obligatorio tiene además un mayor impacto sobre las actividades económicas, pues para muchas personas implica una alteración involuntaria en sus estudios u ocupaciones, con la consecuente pérdida de tiempo y producción.