¿Qué podemos hacer?
Cuando creíamos que los apagones eran cosa del pasado, nos sorprende enfrentarlos nuevamente cada día, afectando la producción, las actividades cotidianas y la calidad de vida.
Como si no bastara con quedarnos sin energía por horas, los clientes de las Edes denuncian que las facturas llegan con montos excesivamente elevados en comparación con lo que solían pagar.
Resulta increíble que, pese a los cuantiosos subsidios que el gobierno ha destinado durante años a la generación de electricidad, los mismos problemas persistan en el sector.
La cantidad de energía que las Edes compran no guarda proporción con la que entregan a sus clientes que sí pagan.
Regalar más del 40% de la energía generada es una locura que solo se explica por un populismo político anacrónico que es necesario detener.
Mientras las Edes distribuyen energía gratuitamente a amplios sectores de la población, los clientes que sí pagan son castigados con facturas elevadas, muchas veces injustificadas.
A pesar de la existencia de un ministerio público para combatir el fraude eléctrico, sus acciones son simbólicas y selectivas, ya que nunca abordan los problemas estructurales del sector.
Un país en crecimiento económico no puede convivir con apagones constantes.
Es urgente sanear el sector eléctrico, realizar las inversiones necesarias y garantizar que todos los usuarios paguen por el servicio que reciben.