JUDOCA
Eleucadia Vargas reclama ingreso a la inmortalidad
En la vida lo importante no es cómo se comience, sino como termina, dice el refranero popular, pero la judoca Eleucadia Vargas Reyes, que trascendió en la década de los años ’90, comenzó bien y terminó bien su carrera atlética.
Su primer gran evento fueron los Juegos Nacionales celebrados en 1987 en la ciudad de San Cristóbal, donde ganó medalla de bronce hace 33 años. El último fue su actuación en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Toronto 1999, en los que ganó medalla de bronce para el país.
Deseo materno Marcada por su trayectoria, su madre Vicenta Reyes Peguero, a sus 83 años clama que no quiere morir sin ver a su hija (Eleucadia) elevada a la inmortalidad deportiva.
“No quiero morir sin ver a mi hija (Eleucadia) entrar al Pabellón de la Fama”, dijo doña Vicenta desde su hogar en la ciudad de San Cristóbal, mientras se producía una conversación por videoconferencia de ELDEPORTE de Listín Diario con la atleta que reside en Barcelona, España.
Vicenta tiene en su casa, colgados en una pared, trofeos, medallas, reconocimientos y otros testimonios de la auspiciosa carrera de Eleucadia y los muestras como evidencia de los méritos alcanzados por su hija que ha tenido que hacer vida en Barcelona.
la distancia y los años se han encargado de que poco a poco se haya olvidado de las hazañas de Eleucadia, ganadora de dos medallas de bronce en Juegos Panamericanos (La Habana 91 y Winnipeg 99), así como dos de plata y tres de bronce en Campeonatos Panamericanos (Hamilton, Canadá 92; San Juan, Puerto Rico 1996; Santo Domingo 1998; y Montevideo, Uruguay 99).
“Cada vez que me tocó representar mí país (República Dominicana) lo hice con mucha dignidad y entrega”, afirma Eleucadia.
A sus 50 años Vargas tiene la ilusión de alcanzar la inmortalidad deportiva.
“Mi sueño es llegar a la inmortalidad deportiva”, confiesa la ganadora de medalla en tres Juegos Centroamericanos y del Caribe (México 90, Ponce 93 y Maracaibo 1998).
“Me lo he ganado, me lo merezco por las cosas que he hecho por mí país”, replica la destacada ex judoca que dice extrañar República Dominicana y que reside en Barcelona desde hace 19 años.
A sus 50 años se siente realizada. Está casada con el español Francisco Díaz Núñez con quien ha procreado a Álvaro Díaz Vargas, de 15 años.
Además de la desilución de no haber llegado a la inmortalidad deportiva, tiene “una penita” que le inquieta y es ver su natal San Cristóbal, cuna del judo dominicano que “no tiene un local” público donde los niños y adolescentes puedan ir a entrenar.
Descendencia Vargas es la penúltima de nueve hermanos (Juan, Milcíades, Ulises, Fernando, Julio, Méxica, Elvida y Amarilis) procreado por la unión entre doña Vicenta y Juan Bautista Vargas (fallecido), está marcada por su frustrada participación en lo Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, tras un año de preparación para ese evento, una lesión del menisco la dejó fuera del evento.
Recuerda con emoción la medalla de bronce alcanzada en los Juegos de Winnipeg, superando a su oponente canadiense en un agotador combate animado por casi todo un auditorio que apoyaban su atleta. “Sabía que esos eran mis últimos juegos y quería despedirme con una medalla, darle a mí país una medalla y a fuerza de coraje y determinación, la logré”, .
Recuerda Vargas que apenas contó con un puñado de dominicanos que agitaban la bandera para animarla.
La posibilidad de su posible inmortalidad deportiva está en manos del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano.
SEPA MÁS De calidad mundial Grandes eventos. Eleucadia también estuvo presente en dos olimpíadas (Barcelona 1992 y Sydney 2000) y en dos Campeonatos del Mundo (Birmingham, Inglaterra 1999 y Chiba, Japón 1995).
Pioneras. El judo dominicano hizo su primera aparición en la historia de los Juegos Olímpicos, en Barcelona, España, en 1992, con la aparición de Aleocadia Vargas y Altagracia Contreras.