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No será Groucho ni Gila, pero, a su estilo, hay que reconocerle al filósofo Epicteto cierto gracejo del bueno. Si quieren convencerse, lean lo que dijo quien naciera esclavo en el año 55 para luego convertirse en uno de los padres del estoicismo: "Tendré que morir. Si es ahora, pues ahora será; si es más tarde, entonces me iré a comer, porque es la hora de la comida y ya me moriré luego". ¿No es fantástico?
Con esta perlita arranca la Guía práctica del estoicismo: 53 breves lecciones para una vida plena (Ariel), del experto mundial en el tema Massimo Pigliucci (Monrovia, 1964). El autor es, además, profesor de Filosofía en el City College de Nueva York, y doctor en genética y biología evolutiva; logros de los que un estoico nunca alardearía, pero que lo convierten en una de las voces más autorizadas para hablar sobre la forma de andar por la vida que Epicteto propone a quienes ansían la felicidad.
Pigliucci actualiza las enseñanzas de su maestro y reelabora con ellas un delicioso manual sobre el arte de vivir hoy y siempre. Pero ojo, hay alguna curva. En la lección 33: "Evitemos al máximo las conversaciones de relleno, esas que no nos llevan a ningún lado: deportes, famosos, comida. Es el tipo de charla que no nos hace mejores seres humanos". ¿Qué? ¿De verdad? Ese precepto parece escrito contra nuestra españolísima tertulia con pincho de tortilla y caña: pues recogido el guante para tertuliar a su vez un poco del tema con este gran filósofo cuanto se conecta desde Brooklyn.
- Con eso de no poder hablar de fútbol, famosos o comida, ser estoico en España es todo un reto: ¿Podemos negociar un poco los términos?
- [Ríe] Mira, como italiano, también converso a menudo con mis amigos sobre comida, vino o fútbol. No pasa nada, no hay que tomarse a Epicteto literalmente: él vivió hace 2.000 años y nosotros en el siglo XXI, algunas cosas las enfocamos de forma distinta. Debemos tomarnos su mensaje como si nos dijera: 'Mira, diviértete con tus amigos, pero recuerda también que serás mejor persona y ayudarás a los otros a serlo, si de vez en cuando te elevas desde la charla trivial y abordas temas importantes, como la actualidad, la política, la historia o la propia filosofía'.
- Pues elevémonos un poco: ¿Cómo llega el estoicismo a su vida?
- Durante mi crisis de los 40, justo cuando tuve que enfrentarme a algunos problemas, como un divorcio o la muerte de mi padre por un cáncer. Me di cuenta de que, por primera vez en mi vida, no estaba preparado para aquellos reveses. Sentí que necesitaba algún tipo de recurso o encuadre para afrontarlos, pero descubrí que no los tenía.
- ¿Por qué?
- Crecí católico en Italia, pero dejé la Iglesia en la adolescencia y, realmente, no la sustituí por nada sustancial. Me interesaba el humanismo como filosofía general de vida, pero no me aportaba nada concreto. Eso fue lo que me llevó a buscar de forma más sistemática. Empecé a mirar opciones y recuerdo que llegué al budismo por recomendación de varios amigos, me dijeron que podía ser algo práctico y con sentido. Siguiendo sus consejos me interesé durante un tiempo por la meditación, la filosofía básica, las cuatro nobles verdades y el óctuple camino hacia la iluminación, pero no hubo clic.
- Quizá por su origen occidental...
- Así es, al provenir de una cultura diferente, su lenguaje no resonaba conmigo. Además, cosas como la reencarnación y el karma, eran incompatibles con mi formación como científico. Me quedó claro, por abreviar, que tendría que indagar en un enfoque conocido como ética de la virtud, sobre todo en la tradición grecorromana. Leí a Aristóteles y Epicuro, pero, aunque interesantes ambos, seguí sin encontrar lo que buscaba. Luego, de pronto, leí Los discursos de Epicteto y ahí sí que llegó el...
- ¡Ajá!
- Exacto, tuve el momento ajá. Aquel tipo me hablaba de un modo que me parecía útil. Me encantó su sentido del humor, que bordeaba lo sarcástico. Pero, sobre todo, que su filosofía era muy práctica.
"Lo importante no es leer a Epicteto o Seneca, sino centrarte en ser la mejor persona posible"
- Al final, ¿qué idea de la felicidad nos proponen los estoicos?
- Para ellos, la felicidad se alcanza viviendo de acuerdo a la naturaleza, pero eso no significa que tengamos que correr desnudos por el bosque o trepar a los árboles. ¿De qué hablamos? Imagínate que te regalo un cactus y que te quieres responsabilizar de su bienestar: enseguida llegarías a la conclusión de que, de acuerdo a su naturaleza desértica, deberías regarlo poco y aportarle mucha luz. Pues con los seres humanos pasa igual, tienes que reflexionar qué tipo de animales somos. Y los estoicos destacaron dos cosas: la primera, que razonamos para resolver problemas; y, la segunda, que somos muy sociales. Así que para ellos la felicidad implica saber vivir en sociedad, cooperando con los demás, y usar nuestra capacidad de razonar para ayudarnos a nosotros mismos y al prójimo.
- ¿Cualquiera puede ser un estoico o está solo al alcance de unos pocos?
- A veces parece como si solo fuera para personas con tiempo de leer a Marco Aurelio y meditar sobre ello, pero es un malentendido. Para ser budista no necesitas meditar todo el día y para ser un buen cristiano no tienes que entregarte a la discusión de las escrituras. La mayoría de los cristianos tratan sencillamente de inspirarse en las enseñanzas de Jesús y en los mandamientos. Y lo mismo pasa con el estoicismo, lo importante no es leer a Epicteto o Séneca, ni doctorarte en filosofía. Ser un estoico tiene más que ver con que reflexiones a diario sobre cómo puedes ser una mejor persona.
- Ahí es donde tiene encaje la ética de los roles de Epicteto...
- Así es, es una comprensión de la ética en función de los distintos roles que desempeñamos en la sociedad. Por ejemplo, en mi vida yo soy profesor, marido, padre o hermano. Así que la pregunta que debería hacerme de acuerdo a Epicteto es ¿cómo puedo ser un mejor profesor, marido, padre o hermano? Se trata simplemente de preguntártelo conscientemente y tratar de ser un poco mejor cada día.
- El estoicismo tiene más de dos mil años. ¿Qué es lo que menos encaja con nuestro mundo de hoy?
- Ellos creían que el cosmos es un organismo vivo dotado de razón y de ahí sacan su concepto de la providencia. Pensaban que cualquier cosa que hacían era en beneficio de ese cosmos viviente. [...] Epicteto, por ejemplo, nos dice que besemos a nuestro hijo y esposa para desearles las buenas noches, pero recordando que son mortales y que si mueren antes del alba deberías alegrarte, porque eso obedece a los planes del universo. Pues lo siento, si mi mujer y mi hija murieran hoy, a mí no me haría nada feliz. Hasta donde yo sé, el cosmos es neutral y no le importa lo que nos pase. Así que ¿con qué parte me quedo yo?
- Dígame...
- Con el aguante estoico y la aceptación. Puedo reflexionar sobre la muerte y la vida, y aceptar que la muerte forma parte de la vida. No sólo es inevitable, sino necesaria. Si la gente no muriese, no existiría la siguiente generación; y yo no hubiera nacido de no haber muerto otros. No es el consuelo de Epicteto, pero aun así es un consuelo.
- Al dinero, la salud o la reputación, los llama usted en el libro los "indiferentes preferidos".
- Sí, es un delicioso oxímoron. Esa frase captura muy bien un aspecto fundamental de la filosofía estoica: el concepto de que lo verdaderamente marca la diferencia es tu capacidad de juicio para tomar buenas decisiones. Pero, a partir de ahí, por supuesto, no plantean que sea un problema vivir una vida más confortable. Esto lo explica muy bien Séneca cuando escribe a un amigo: 'Mira, no soy tonto. Prefiero estar sano y no enfermo; vivir en una casa y no en la calle; tener dinero y no ser pobre. Pero también quiero estar seguro de que todo eso lo he conseguido éticamente; y de que lo uso para ayudar a los demás y no para pavonearme'. De esto se trata [...] No quiero hacer muchas referencias a la política contemporánea, pero ahora mismo en EE.UU hay personas con mucho dinero que no lo usan bien. Ser rico y poderoso no te convierte automáticamente en una buena persona.
"Regalarle mi libro a Donald Trump sería desperdiciarlo"
- ¿Se enfada alguna vez un estoico por algo?
- Mira, un colega mío budista entrevistó hace unos años al Dalai Lama. Mi amigo acababa de descubrir que en el budismo enfadarse siempre es malo y se resistía a aceptar esta idea, así que le planteó lo siguiente al Dalai Lama: 'Si pudiera ir en una máquina del tiempo a la época de Hitler y matarlo, ¿no lo haría empujado por mi enfado por todas las crueldades que hizo?'. Y el Dalai Lama le respondió tal y como lo hubiera hecho Séneca: 'Por supuesto, deberías viajar en el tiempo y matar a Hitler. De hecho, podrías considerarlo bueno para el karma del universo. Pero deberías hacerlo de una forma reflexiva, sin ira, tal y como un cirujano extirpa un tumor. No te enfadas con el tumor, simplemente lo quitas'.
- Antes me ha dicho que no le apetece hablar del presente. Pero me gustaría preguntarle sobre los políticos de ahora, al fin y al cabo Marco Aurelio, otro gran estoico, fue el gobernante más poderoso de su tiempo. ¿A quién le regalaría su libro para ayudarle a volverse más sabio?
- Creo que a uno que fuera receptivo al libro, que se lo tomara en serio y lo leyera. Sería un político consciente, pero no necesariamente uno con quien coincida en todas sus ideas. Desde la distancia, y sin conocerla bien, diría que una buena candidata sería Ángela Merkel. Más allá de las políticas en las que podemos no estar de acuerdo, me parece una persona reflexiva que se beneficiaría del regalo.
- ¿Y quién no?
- A los que lo desaprovecharían, tipos como Donald Trump. Estoy bastante seguro de que Trump no ha leído un libro en su vida, de hecho apostaría mi dinero a que es así. Ni siquiera su propio libro, que tampoco escribió. Es una de esas personas totalmente irreflexivas que no presta atención a los consejos, un narcisista egocéntrico. Por lo tanto, incluso si estuviera de acuerdo con sus políticas, que no lo estoy, creo que regalarle el libro sería desperdiciarlo.
"Bezos sacó millones explotando a sus empleados y eso me dice que no es un estoico"
- Cuando lee en la prensa que los tecnobillinarios más famosos son seguidores del estoicismo, ¿qué piensa usted?
- Para serte franco, pienso: ¡gilipolleces! Mi respuesta debe tomarse con cautela, pues no les conozco personalmente. Pero sí presto atención a lo que hacen y dicen a través de la prensa. No los considero estoicos porque, como dije antes, serlo implica ayudar a otras personas. Y ellos, en general, parece que tienden a explotar a los demás. Decíamos antes que tener dinero no te hace ni buena ni mala persona. Por eso, no se trata del dinero, sino de su forma de vivir. Jeff Bezos, por ejemplo, ganó su dinero a través de Amazon y esta empresa es una de las peores del mundo en lo que respecta a las leyes ambientales y laborales, explota a sus empleados. Bezos sacó millones de esa explotación y eso me dice que no es un estoico. Lo más importante para ser un estoico, independientemente de si meditas o has interiorizado la dicotomía del control, es la lucha constante por ser razonable y sociable.
- Respecto a la dicotomía del control, que te orienta a enfocarte en lo que puedes controlar y olvidarte de lo que no, usted pone como ejemplo al fascinante Rudolf Abel de 'El puente de los espías'.
- En este aspecto, es un gran ejemplo de estoicismo. El personaje se enfrenta a la posibilidad de ser ejecutado en la silla eléctrica, algo que nos preocuparía mucho a todos. Pero cuando su abogado, Tom Hanks en la película, le pregunta por qué no se muestra alarmado, él responde: '¿Ayudaría en algo?'. Eso captura un aspecto importante del estoicismo: entrénate para preocuparte solo de aquello sobre lo que tú sí puedes influir y olvídate de lo que no depende de ti. Eso no ayuda en nada y, en realidad, incluso puede terminar socavándote.
- En la vida cotidiana hay muchos ejemplos de eso...
- Sí, te cuento uno. Yo viajo mucho y paso tiempo en los aeropuertos, así que con frecuencia me encuentro con un vuelo cancelado. La mayoría reacciona gritando a la persona del mostrador. Ese enfado no solo no ayuda a que tu avión venga antes, sino que además la estás tomando con alguien que no tiene la culpa y que desearía que partieras enseguida. Actuar así es una pérdida de tiempo. Yo, en lugar de enfurecerme, intento reagendarme online el vuelo para el día siguiente. Y, cuando lo logro, me digo: 'Genial, ahora tengo tres horas, puedo ir al bar, tomarme una copa de vino y leer un libro'.
- En esta historia, los verdaderos estoicos son los que aguantan el chaparrón...
- Están entrenados para no reaccionar, porque ¿de qué serviría? Si también se pusieran a gritar la confrontación se intensificaría y posiblemente incluso se volvería violenta. Hace 20 o 25 años, yo sí me enfadaba en esta situación, y ahora veo que era una tontería por mi parte hacerlo, no solucionaba nada.
"Sencillamente, trata de ser una persona decente"
- Viendo la enorme oferta de autoayuda que hay en las librerías, algún lector puede pensar: 'Ya estamos con la enésima fórmula de la felicidad'. ¿Entiende su escepticismo?
- Respecto el escepticismo, es una actitud muy saludable que yo también practico. Ese lector tiene razón al sentir que se nos inunda con toda clase de consejos que, muchas veces, no son muy buenos. Como sabes, también estamos saturados de consejos para la salud, en plan elige esta dieta o haz tal cosa. En general, son sandeces poco útiles e incluso dañinas. Al final, si quieres sentirte bien, come cosas sanas y haz ejercicio, ¡así de simple! Y, con la felicidad, pasa algo similar: no es necesario escribir libros enormes. Mira, yo he escrito los míos porque, para serte franco, me divierte hacerlo. Pero, en realidad, ser un estoico también es algo sencillo: usa bien tu mente para juzgar las cosas de la mejor manera posible y sé amable con los demás ¡Eso es todo! No es magia, no tienes que seguir complejas rutinas. Sencillamente, trata de ser alguien decente.