Tzu Chi: Las semillas del amor florecen
Se abarrotó de gente buena la sede de la Fundación. Romanences, capitaleños y de otras partes del país dijeron presente. Esa hermandad fue el rasgo unánime del primer encuentro de egresados de la escula Tzu Chi de La Romana, celebrado en Santo Domingo.
Todos azuzaron de puntualidad. Nadie quería pederse ni un solo detalle de las sorpresas que allí acontecerían. Junto a la entrega del Hong Pao correspondiente a 2023, publicaciones, revistas, lapiceros, vasos y, sobre todo, el cariño de los voluntarios iba el mensaje de amor y caridad de la Gran Maestra Cheng Yen, más conocida como la Madre Teresa de Calcuta de Oriente.
Alrededor de 50 egresados de distintas promociones se reunieron en el Primer Encuentro de Graduados y en la celebración de un nuevo aniversario. Organizados con sencillez y modestia, quedaron agradecidos por la ayuda y el apoyo recibidos de sus hermanos taiwaneses.
Nunca antes se integraron ni participaron en un acto así. Muchos de ellos no habían salido del campo donde viven, y los voluntarios de la fundación los hicieron sentir igual a todos. Fueron llamados por sus nombres, uno a uno, no solo para recibir inolvidables recuerdos de aquel evento, sino por ser testigos presenciales de una serie de audiovisuales donde las huellas de Tzu Chi se hicieron sentir a lo largo y ancho de la República Dominicana, el pasado año, explicadas por la encargada de Tzu Chi en el país, Mariana Ju.
Ella, a nombre de la Fundación, mostró la complacencia de Taiwán ante la consolidación de la escuela durante todos estos años: “Las semillas sembradas ya crecieron y la comunidad de Villa Hermosa, donde se encuentra la escuela es un orgullo de la Gran Maestra Cheng Yen. Hoy se ha llenado de voluntarios locales que cada día trabajan por el bien de los más necesitados y por dotar a los que estudian de una adecuada formación docente para que logren sus sueños profesionales el día de mañana.
Un encuentro emotivo
Los egresados no solo trajeron el rostro lleno de sonrisas. También llevaron diplomas alcanzados, junto a carnés de estudiantes, certificados meritorios, cuadernos de estudios, mascosas y apuntes de clases, junto a la satisfacción por venir de muy abajo y es tratado como una persona sin distinguir el color de su piel.
Fueron dos horas inolvidables donde el compartir fue más que el decir.
La simbólica alcancía de bambú, símbolo de los orígenes de Tzu Chi, fue abierta ante el público y lo recaudado durante un año fue contabilizado por los voluntarios
Muchas más cosas ocurrieron pero de seguro no se podrán olvidar. La Fundación viene siendo capaz de unir sentimientos afectivos de gente de bien que saben la importancia de integrarse a la tropa de Tzu Chi para multiplicar su amor por los demás.
Otras actividades
Días antes, voluntarios dominicanos y taiwaneses organizaron un operativo dental en la comunidad Los Rios del Distrito Nacional.
No fue como aquellas jornadas sucedidas a principios del siglo XXI cuando venían al país, dos veces por año, desde Taiwán y los Estados Unidos grupos de médicos y odontólogos que recorrian a pie aquellos caminos polvorientos para ir, casa por casa, ofertando servicios de salud jamás conocidos por los residentes de entonces.
Hoy, los odontólogos ciudadanos taiwaneses y personal de salud dominicanos y residentes en el país, con las botas y uniformes bien puestas, revivieron aquellas jornadas. Esta vez, once profesionales en pleno ejercicio atendieron un total de cien pacientes entre niños y adultos. Los pacientes también hicieron su aporte. Cada uno trajo consigo una funda de botellas plásticas desechables para contribuir al reciclaje, uno de los lineamientos que promueve la Fundación para procurar una vida sana y sin desechos.
Al final, a cada paciente recibió como obsequios, cepillos y tubos de pastas dentales como forma de contribuir al seguimiento de las normas de higiere bucal.
En otro orden, se impartieron charlas de concientización de higiene bucal, y acerca de la importancia de la comida vegetariana y el cuidado del medio ambiente.