Don Luis, el hombre de las arepas que se ha ganado el corazón de la gente en Jarabacoa
“Con 33 pesos comencé yo a trabajar y todavía estoy viviendo de los 33 pesos” comentó Don Luis.
Luis de la Cruz Pérez Luna, un hombre de 80 años oriundo de la comunidad de Bayacanes, se ha ganado el corazón de todo el que transita en la carreta hacia Jarabacoa por sus famosas arepas.
Don Luis, como se le conoce, lleva toda su vida vendiendo tortas. Fue en los años 70 cuando inició con la venta de este alimento. Antes de Pérez Luna empezar en su zona solo “había tres viejecitas que hacían tortillas para vender”, destacó que en esa época se vendía a dos y tres cheles. En ese tiempo el peso tenía mucho valor.
El amor lo llevó a vender arepas, pues se enamoró de una hija de las tres señoras. Decidió vender a 35 pesos un marranito que tenía para construir la casa en la que hoy en día sigue viviendo. De ese dinero le quedaron 33 pesos, para sobrevivir y poder llevar el pan de cada día a su hogar le comentó a su esposa para que inicien a cocinar tortas para vender.
“Con 33 pesos comencé yo a trabajar y todavía estoy viviendo de los 33 pesos”.
“Con 33 pesos comencé yo a trabajar y todavía estoy viviendo de los 33 pesos”, comentó Don Luis con alegría al recordar sus inicios en la venta. Fue en el año 1974, para ese tiempo solo tenía 18 años, para ese año junto a su esposa eran los únicos quienes tenían la venta de arepa, “aquí nadie vendía eso, comencé y aún sigo aquí”.
La vida de Don Luis ha sido buena. Explicó que no es un hombre cercano a los vicios, no bebe, “tú te crees que yo voy a comprar una caja de cigarrillos para envenenarme o a ir a una banca a jugar lo mío, lo mío no se bota, lo mío se gasta en lo necesario”.
Con sus 80 años de vida se mantiene con una buena salud, a pesar de tener ciertas complicaciones con la diabetes y la presión, “no tengo vicios, no me trasnocho”.
Con su esposa procreó 11 hijos a los que pudo criar con las arepas. Algunos le colaboran en el negocio y otros ya han hecho su vida. Pérez Luna resaltó que aunque el negocio de las arepas no es que deja mucho, “da para comer”.
La gente cuando llega a Jarabacoa siempre lo busca, llegan de todas parte del mundo en busca de sus famosas arepas y su forma de ser “hasta del país más lejos”.
La chispa y alegría de Don Luis es lo que más conmueve a sus visitantes, además de sus arepas. Su conocimiento de cómo pesa la libra de sus tortas es lo que más sorprende, pues antes de pesar cuantas libras tiene un pedazo ya este sabe “no es en el peso que está la cosa, es aquí, en la mano”. Con su experiencia de años ya le resulta más que fácil conocer el peso de las cosas.
Su día a día es muy simple, cada mañana despierta bien temprano para ir a la orilla del río a cocinar su plato más codiciado, “son tres fogones y en cada fogón duran hasta dos horas cocinando”
Don Luis entiende que los sueños se realizan trabajando y economizando. Todos los días, a excepción de los lunes, se encuentra en su famoso negocio de “Arepas Don Luis”.