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SALUD MENTAL

“De mecha corta”: cuando la ira se apodera fácilmente de agentes del orden

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Marta QuélizSanto Domingo, RD

El Trastorno del Estrés Postraumático (TEPT) es una afección mental que puede desarrollar una persona luego de atravesar por alguna experiencia estresante. Los policías y militares son vulnerables a sufrirlo, cuenta la experta en filosofía mental Olga María Renville.

Partiendo de esta realidad, entiende que quienes se desenvuelven en este tipo de trabajo deben ser sometidos constantemente a la evaluación psicológica pertinente para evitar que ese tipo de estrés les afecte a ellos y los demás. “No han sido ni uno ni dos los casos de policías y militares que terminan hasta quitándose la vida o arrebatándosela a otros porque no son atendidos cuanto los embates de sus traumas los acorralan”, explica.

La especialista considera que la persona que supervisa a los agentes y a las agentes debe estar lo suficientemente preparada para darse cuenta cuándo su personal está pasando por este tipo de situaciones. Si no sabe identificar los síntomas, ella se los nombra: estar siempre atento al peligro, alarmarse con el más mínimo movimiento, irritabilidad, ira, agresividad y poca concentración.

“Esas alertas suele mostrarle en el trabajo, pero fuera de este, es decir, cuando está libre, por ejemplo, la persona con el TEPT, puede asumir conductas autodestructivas como manejar a alta velocidad o tomar alcohol sin control. También puede que presente problemas de insomnio”, comenta, a la vez que dice que no se debe dejar que un agente, que está para poner el orden, llegue a esos extremos.

Los oficiales, no importa a la institución que pertenezcan, deben ser sometidos a evaluación psicológica constante, insiste Renville, quien también opina que si en República Dominicana se le diera la debida importancia a este tipo de seguimiento y ayuda, “no estaríamos lamentando las tantas tragedias que ocurren por el evidente desequilibrio emocional que tienen algunos agentes y que los lleva a cometer acciones lamentables”.

Por realizar un trabajo en el que deben lidiar con violencia, exigencia, disciplina, castigo y hasta frustraciones que pueden afectar su salud mental policías y militares deben ser evaluados para que preserven su equilibrio emocional.

Desde el punto de vista sociológico

“Fíjate, el dominicano en sí tiende a ser de ‘mecha corta’ y ni hablar si tienen ‘poder’ como algunos policías y militares, no impporta el rango. ¿Qué te digo con esto? Bueno, que se molesta fácil, que se pone ‘bruto’ como decimos popularmente. Entonces, ese comportamiento los puede llevar a cometer actos que atentan contra su vida y la de otros”.

De esta forma tan clara el sociólogo Agustín Acosta muestra su parecer con respecto a la idiosincrasia del dominicano.

No todo el mundo lo es, pero el profesional entiende que es muy alta la incidencia de dominicanos, sobre todo entre policías y militares, que se ponen violentos ante algunas situaciones.

“Es entendible, porque ellos están expuestos al estrés postraumático. Lo que no entendemos es por qué no se le da el seguimiento psicológico correcto para ver su comportamiento y asignarles tareas según el equilibrio emocional que tengan”, puntualiza.

Acosta conoce países donde se estudia como carrera Psicología Policial-Militar, cuyos profesionales dan respuesta efectiva a esos agentes que, por la cantidad de casos que enfrentan o frustraciones sufridas dentro de la institución, pueden desarrollar un desequilibro mental con consecuencias graves.

Transformación policial

El sociólogo comenta que dentro de los esquemas en que se lleva a cabo la transformación policial, se debe tomar en cuenta la importancia el seguimiento al buen equilibrio mental de sus agentes, la no posesión de arma cuando están fuera de su trabajo, el retiro de quienes no cuenten con los requerimientos necesarios para estar en sus filas. Con respecto a este punto dice que a veces los aceptan en el cuerpo del orden por relaciones.

Caso Leslie Rosado

Tanto Renville como Acosta castigaron el crimen de la joven arquitecta, supuestamente a mano de Janli Disla Batista, un cabo de la Policía, quien a su juicio estaba infringiendo la ley en el mismo momento en que llevaba en su motocicleta a su esposa embarazada, dos hijos y por supuesto él.