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Descanso interrumpido: La silenciosa crisis de la salud mental

En este mes dedicado a la salud mental se evidencian aumentos alarmantes en las tasas de suicidio en todo el mundo, con personas sin sentido de propósito y sintiendo que no tienen razón para vivir. Todos, sin excepción, pasamos momentos en que las circunstancias ameritan asistencia.

Desde las personas con menos educación hasta otras que ostentan altos cargos son expuestas a grandes responsabilidades, al tiempo que se hacen incapaces de gestionar sus emociones de forma eficaz; piensan que no necesitan apoyo externo, por falta de humildad creen que "lo saben todo" o "simplemente lo buscan en Google", y toman cualquier receta que no necesariamente va a la raíz de la situación. Postergan su sanación emocional, rehúyen a la intimidad en las relaciones emocionales y están destrozados por dentro.

Miran con desdén las herramientas que pueden proporcionar quienes estudian el comportamiento humano y sus técnicas para superar las circunstancias, asegurando que los terapeutas están llenos de problemas, olvidando que también son seres humanos, sólo que saben a quién acudir cuando tienen situaciones y cómo obtener ayuda cuando no pueden encontrar la salida por sí mismos. Todos enfrentamos reveses y dificultades.

Mantener la mente tranquila en tiempos de incertidumbre puede ser un desafío. Lo más fácil es reflexionar sobre la desgracia y llorar. Muchos no saben cómo impedir que una variedad de pensamientos intrusivos interrumpan y roben el sueño, llevándonos a una noche de insomnio. Damos vueltas en la cama y comenzamos a enumerar los problemas en nuestra mente.

Al día siguiente se perciben ojeras, mal humor reflejado en agresiones a los empleados, a tu pareja, a tus hijos o en el tráfico, en las oficinas que visitas, en el día a día de la gente. Baja la tolerancia a las tonterías.

La justificación para el insomnio no dilata, hay quienes parecerían sentirse orgullosos por tenerlo: “me tengo que preocupar, tengo tantas cosas por resolver y no encuentro la forma…” es una respuesta común cuando se ofrecen métodos para conciliar el sueño y manejar esos pensamientos angustiantes.

Es tal el agotamiento y la ansiedad que la mente obnubilada les imposibilita salir de ese obscuro túnel que los mantienen buscando pastillas para dormir, con o sin prescripción médica, y no siempre consiguen el resultado deseado: un sueño reparador.

A menudo, una visita profesional sólo requiere de algunas reuniones y las soluciones surgen de la paz de conversar con la persona adecuada que escuche atentamente sin juzgar.

Un profesional apegado a la ética y discreción proporciona recursos para facilitar la psicoeducación. Desde dentro del lugar equilibrado puedes ver la salida. Por supuesto, no me refiero a personas que encuentran problemas en cada solución.

La calidad del sueño juega un papel vital en la claridad mental y, si bien el insomnio no promueve un buen descanso, puede abordarse mediante técnicas como la terapia cognitivo-conductual para detener los pensamientos distorsionados y ejercicios de atención plena o meditación antes de acostarse.

La meditación no sólo ayuda a reducir la resistencia a los inconvenientes, sino que también promueve una sensación de equilibrio y bienestar, permitiendo que los pensamientos dolorosos pasen sin mayores complicaciones.

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