Realidad y fantasía
Un alivio
Un instrumento tan corriente y de uso doméstico como es la cacerola, puso en alerta a las autoridades superiores
Mi factótum estuvo muy atenta, mirando al presidente mientras le anunciaba al pueblo dominicano que retiraba del Congreso la tan controvertida propuesta. El alivio que sintió Emma se propagó como el fuego.
En todos los hogares de la agobiada clase media un aire fresco pareció envolver el caldeado ambiente. Mi cocinera salió de inmediato a comunicarse con todas sus comadres y conocidos. En la mañana me anunció que habían decidido pedirle al astrólogo de Villa Mella que hiciese una lectura de las estrellas para saber qué nos depara el destino en los meses por venir.
Le recordé que ya estamos a las puertas de la temporada navideña y que creía que era poco apropiado deslucir la más alegre temporada del año con funestas advertencias astrológicas. Me miró de reojo y me advirtió que su amigo nunca se equivocaba y que lo que hacía era simplemente leer lo que los astros mostraban.
No supe que contestarle, pensé para mis adentros que, a lo mejor, este Nostradamus de barrio podía ser capaz de adivinar el porvenir más certeramente que los economistas, pretenciosos, decididos a estrangular a la sufrida clase media y a tronchar las esperanzas de una vida más holgada para los esforzados estudiantes que trabajan duramente y acuden a las universidades nocturnas.
Un instrumento tan corriente y de uso doméstico como es la cacerola, puso en alerta a las autoridades superiores.
Bien podía ser que la lectura del astrólogo ayude a que vuelva a brillar la esperanza, el optimismo y que la alegría, característica de nuestro pueblo, se apodere del campo, pueblos y ciudades.
Con mi aprobación se puso a la tarea de convocar a todos, mediante su celular y la ayuda de uno de mis hijos, el que casualmente llegó en el momento oportuno.
Tengo el presentimiento de que la lectura va a ser un éxito y todos se sentirán aliviados y decididos a pasar las Navidades rodeadas de los familiares que acuden a su tierra desde la lejanía, no en frágiles naves, sino en poderosos aviones, cargadas de regalos y ansiosas por comer un lechón asado y pasear por su bella tierra.