testimonio
Sergio Abreu: el exsacerdote que, sin abandonar la fe, dejó el camino y formó una familia
Su madre no estaba muy de acuerdo con que se fuera él también. Quería que lo pensara bien. “Cuando volvieron de nuevo, la convencí de que sí era lo que quería. Curiosamente, mi hermano no terminó los estudios para consagrarse, y el que los concluyó fui yo”. Duró más de 20 años siendo cura

Sergio Abreu
Un día cualquiera, hace varios meses, Freddy Tapia fue a la Redacción por la mañana (él trabaja aquí, en la tarde, en El Deporte). “Yo conozco a una persona que fue sacerdote, y que luego hizo las gestiones con el Papa para que lo liberaran de sus funciones sacerdotales. Después de un tiempo formó una familia. Creo que eso te da una buena historia, porque él hizo todo por la regla para no fallarle a la iglesia”. La respuesta fue un sí.
Ya con el contacto a mano, se procedió a escribirle. Él contestó, pero no contaba con el tiempo en esos momentos para acudir a la entrevista. Se le dejaba tranquilo, pero sin perder la conexión. Siempre respondía, aunque fuera para decir que no podía. Nunca se perdió la fe en que se podría contar la historia de Sergio Abreu. Este año se volvió a hacer el intento. La perseverancia hizo que usted, hoy, esté leyendo su relato.
Llegó el día. Impecable llegó a LISTÍN DIARIO. No perdió tiempo en contar que, sus inicios en el camino de la fe tienen su origen en la invitación que les hicieran a los jóvenes de la comunidad de La Llanada, en La Vega, los padres salesianos, de Jarabacoa.
“Mi hermano acudió a ese llamado. Yo notaba que allí lo trataban bien y que le enseñaban diversas actividades. Tenía un liderazgo y un desenvolvimiento que nunca había visto en él”. Se motivó.
Su madre no estaba muy de acuerdo con que se fuera él también. Quería que lo pensara bien. “Cuando volvieron de nuevo, la convencí de que sí era lo que quería. Curiosamente, mi hermano no terminó los estudios para consagrarse, y el que los concluyó fui yo”. Duró más de 20 años siendo cura.
“Yo me ordené de sacerdote el 21 de junio del año 1986, durante el gobierno de Jorge Blanco. Lo recuerdo. También recuerdo que además de mí, había un grupo de 21 personas más consagrándose”. Desde entonces recorrió un largo camino por diferentes iglesias del país y del mundo.

No hubo una razón en particular para querer dejar de celebrar la Eucaristía, simplemente entendió que ya su camino había llegado hasta ahí.
Mientras tuvo el permiso de celebrar la Eucaristía, fue fiel a su compromiso con el Señor de llevar el Evangelio de una forma digna y ejemplar. Fue 21 años después que tomó la decisión de pedir el cese de su estado clerical.
“En el año 1995, después de mucho meditar y pedirle sabiduría al Señor, le pedí una dispensa al Papa para dejar la vida sacerdotal”. Sin romper las reglas, esperó un promedio de cuatro o cinco años para recibir la respuesta.
Su familia
Ya entrado el año 2000 fue que recibió el sí a la solicitud que había hecho. ¿Nostalgia? Sí, la hubo, pero a Sergio le llenaba de satisfacción el hecho de que había tomado una decisión que no dañaba ni a la iglesia, ni a él, ni a la sociedad.
“Hice las cosas bien, porque dejé el sacerdocio, pero nunca he abandonado mi fe y mis principios”. Hasta en su hablar se nota su compromiso con las buenas acciones.
Varios años después, llegó a su vida la oportunidad de formar una familia. Con la gracia de Dios, se casó, y hoy es el padre de tres hijos que le llenan de orgullo, tanto por su buen comportamiento como por su inteligencia y entrega a la capacitación. Uno es músico, otro futbolista y el más pequeño estudia Medicina. “El Señor me ha bendecido con una hermosa familia”. No se arrepiente de haber dado el paso.
Nunca se ha apartado de la iglesia
Junto con su labor sacerdotal, el padre Sergio, como le siguen llamando quienes le conocen, se entregaba a las labores educativas, juveniles y deportivas de las parroquias a las que pertenecía. Nunca ha bajado la guardia en su afán por ayudar a que el país disponga de una juventud sana y preparada.
Siempre, dejando a Dios el control de todo, el excura ha caminado por diversas entidades, y a cada una lleva: “Una buena disposición para trabajar en equipo”.
De hecho, se autodefine como especialista en resiliencia comunitaria, desarrollo humano, trabajo social comunitario, liderazgo, animación socio-cultural y manejo de gestión ambiental. Todo lo que aporte.
Después que contó todo lo que hace y ha hecho, que es demasiado, se comprendió el porqué nunca tenía tiempo para acudir a LISTÍN DIARIO o que se le visitara a él para la entrevista. Es un profesional por vocación que siempre busca contribuir con el desarrollo de la sociedad desde cualquier área que se le necesite.
“El mundo está en crisis porque la familia está en crisis”
Para Sergio Abreu poder recibir el pan de la enseñanza tenía que caminar varios kilómetros o irse a caballo. El campo de La Vega donde nació no le ofrecía muchas opciones para desarrollar la inquietud de crecimiento que llevaba por dentro y, que hoy sigue teniendo como en aquellos tiempos.

Cuando te enseñan valores y principios en la casa, los llevas adondequiera que vayas, dice el dueño de esta historia.
Para que tengan una idea de los estudios del protagonista de esta historia, lean con detenimiento sólo una muestra de sus competencias: licenciatura en Educación y Letras, en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (Unphu) | 1977-1981; licenciatura en Filosofía, en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra | 1974-1978; licenciatura en Teología, en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma, Italia | 1981-1985; Maestría en Planificación Pastoral, Universidad Pontificia de Salamanca y Comilla, Madrid, España | 1985 -1987.
Aunque después de ahí, la lista es larga, el padre Sergio, como le siguen llamando, se ha dedicado a enseñar. “Me gusta compartir conocimiento. Me agrada trabajar con jóvenes, que aprendan, que hagan deporte, que se entretengan de buena manera porque al fin y al cabo esa es la vida. Hay que ir siempre por el camino de lo bien hecho”. Es catedrático de la Universidad Católica de Santo Domingo y el tiempo le rinde para hacer cuántas cosas aporten a los demás.
Nada de esto ha sido al azar. Para él, la enseñanza y el ejemplo que obtuvo de sus padres y sus abuelos, a pesar de las limitaciones económicas de la familia, fue suficiente como para tener claro que los compromisos deben asumirse con responsabilidad, honestidad y entrega total. De ahí que, cuando tomó su decisión de dejar el sacerdocio, lo hizo apegado a las reglas y sin dañar a nadie.
“Cuando te enseñan valores y principios en la casa, los llevas adondequiera que vayas. Por eso es que entiendo que el mundo está en crisis porque la familia está en crisis. Creo que es momento de que retomemos esa crianza en la que estaba por encima de todo, la disciplina, el buen comportamiento, y sobre todo, el respeto”. A medida que tocaba este tema, su rostro se iluminaba con un brillo de emoción que testifica que tiene fe en que las cosas cambiarán.
Una infancia dura
El niño que jugueteaba en La Llanada y estudiaba en la escuela de Jagua Gorda, tuvo una infancia dura, pero feliz. “Me levantaba a las 4:00 de la mañana a ordeñar vacas”. Después de esta jornada se iba a estudiar.
Tenía que hacerlo. “Cuando vienes de una familia grande y pobre, no era que pasábamos hambre, no, nada de eso, pero éramos pobres, uno no podía sentarse, había que echar hacia delante. Por ejemplo, siempre vimos en nuestro abuelo paterno a un hombre trabajador y de la iglesia. Bueno, te puedo decir que de la gente que vivía en su casa, salieron 40 matrimonios, porque apostó siempre a la familia”. Sus ojos delataron el orgullo que todavía siente por su abuelo Emilio.
A sus padres los veía esforzarse para darle a su familia, al menos educación. “Mi mamá, con un tercer curso de primaria, enseñaba a la gente de la comunidad a leer y a escribir. Trabajaba tanto por los munícipes que fundó una cooperativa y fue una buena influencia para sus hijos”. También mostraba una gran fe en Dios, y tal vez por ello terminó aceptando que dos de sus hijos se apartaran de su lado para ordenarse como sacerdote. Sólo Sergio lo logró.
Una vida entregada a la fe y al servicio
Sergio Abre duró 15 años como director de la Pastoral Juvenil de los Salesianos de las Antillas. Cinco años como director del Voluntariado de los Juegos Panamericanos Santo Domingo 1998-2003. Creador de los Comités de Agua, Higiene y Saneamiento de la Red Nacional de World Vision.
Duró 12 años de experiencia en el directorio de Conani, como representante de World Vision, entidad donde desempeñó diversas funciones en favor de las mejores causas.
Es un abanderado de los deportes, la juventud, el medio ambiente, la enseñanza y de todo lo que tenga que ver con el desarrollo del país, y por eso, no sólo desde la iglesia contribuyó para que los feligreses imitaran el ejemplo de Jesús, sino que sus acciones y su entrega en todo lo que hace, lo convierten en un ciudadano del bien y las buenas formas, porque no hay que ser sacerdote para seguir el camino correcto de la vida.