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¿Continuamos siendo peravianos?

Cucurucho de Peravia/ Foto del muro de Ismael Díaz Melo.
Cuando los argumentos fallan las mujeres tenemos que soportar que se cuestione la propia vida sentimental. Ahora que está sobre el tapete, la propuesta de cambiar el nombre de la provincia Peravia a Máximo Gómez resurge Ana de Pravia, históricamente vilipendiada, igual que María Magdalena.
Oportuna aclaración, la del arquitecto, escritor e historiador Ismael Díaz Melo, quien señala que esta dama era la esposa de Cristóbal Colón y Toledo, nieto del Almirante, no su “amante”, condición que en la ignorancia de muchos “la hace desmerecedora de tan alta distinción”.
Sin embargo, fue su padre Francisco Peravia, quien fundó un hato ganadero a los pies del hoy Cucurucho de Peravia a principios del siglo XVI, considerado el primer asentamiento en los predios de Baní. El matrimonio también tuvo posesiones en el lugar y dejaron descendencia.
Gracias a esto y a los asentamientos posteriores surgiría este pueblo, capital de la provincia. Por estas circunstancias históricas el nombre de Peravia fue escogido tras el ajusticiamiento de Trujillo.
Peravia y Baní (el nombre aborigen original) laten en el modo de ser banilejo. Al Generalísimo lo continuaremos honrando y si esa es la premura, tal vez deberíamos tomarle la palabra al artista Rusbel Villalona quien propuso, hace muchos años, levantarle una estatua ecuestre a la entrada de la ciudad.