historias de la vida

Vio la trágica muerte de sus padres: “Los traumas no me detuvieron en mi camino hacia la superación”

 La dominicana dueña del relato de hoy, tenía 17 años cuando su padre le quitó la vida a su madre y luego se suicidó. Fue delante de ella que pasó todo en un estado de Estados Unidos. Le costó reponerse, pero decidió echar hacia delante. Por supuesto, buscó ayuda profesional

Psicóloga comprende los problemas de una paciente

Psicóloga comprende los problemas de una pacienteGetty Images

“Desde pequeña dije que iba a ser laboratorista. En mi cabeza nunca existió la posibilidad de abandonar ese sueño”. De esta forma comienza el diálogo con una dominicana que, contra viento y marea, logró honrar su compromiso con sus anhelos de niña.

A los seis años llegó a Estados Unidos con sus padres para fijar allí su residencia. Es hija única y viene de una familia corta. Hasta sus 17 años, las cosas marchaban bien. “Te puedo decir que mis padres querían tenerme en una burbuja, pero yo sentía que no podía ser así, que tenía que ser más independiente, claro, haciendo cosas ajustadas a mi edad”. Siempre fue muy madura y lo comunica.

Hasta aquí, todo está muy bonito. A esa edad, que todavía era una adolescente, su vida dio un marcado giro. “Esas discusiones, que vamos a decir que son normales en una pareja, se fueron tornando agrias. A mi papá le diagnosticaron diabetes, y como que se fue poniendo rabioso. Un día insultó a mami tan fuerte que tuve que meterme”. En este instante, al otro lado del teléfono, vía a través de la cual se hizo la entrevista, lloró.

Unos segundos fueron suficientes para calmarse y continuar el relato. “Hubo unos días de calma, porque mami se fue a Boston a visitar a su única hermana. Volvió por mí y porque mi papá la tenía loca para que regresara. Recuerdo que un día la llamó y le dijo: ‘Ya está bueno, ven a atender a tu hija’. Se lo dijo en un tono alto”. Hace un murmullo y luego calla.

Los ataques de pánico

¿Cómo sentías tú que te afectaba esa situación de violencia intrafamiliar que se daba en tu casa? Su respuesta fue bien detallada. “Te puedo decir que me preocupaba dejarlos solos. Cuando yo salía al colegio, me la pasaba pensando en ellos. Quería llegar corriendo para estar ahí cuando él llegara del trabajo. Yo sentía que podía proteger a mi mamá…”. Se lamenta y, entre llanto, repite: “No pude defenderla, no pude hacerlo”. La ahoga el llanto.

Mujer triste en depresión y desesperación llorando sobre fondo negro oscuro

Mujer triste en depresión y desesperación llorando sobre fondo negro oscuroIStock

La ansiedad y los ataques de pánico formaban parte de su diario vivir. No podía concentrarse en las clases, inclusive, estaba en una escuela de danza y tomando otras capacitaciones extracurriculares y tuvo que dejarlas porque temía que pasara algo en su ausencia. Una responsabilidad que se atribuyó a pesar de su corta.

“La psicóloga del colegio los llamó a una reunión y les explicó mi situación. Ellos, sobre todo, mi papá, se comprometió a buscarme ayuda y a proporcionarme un clima de paz en la casa, aunque siempre negó que fuera violento. Recuerdo que dijo: ‘Si el problema lo ocasiono yo, pues ya está resuelto’. Un sólo día duró tranquilo, pero era maquinando lo que iba a hacer”. Respira profundo porque llegó el momento de hablar del desenlace.

El suceso

Al día siguiente, a ese viernes de “tranquilidad” que mostró el padre de la dueña de esta historia, como a eso de las 10:30 de la mañana, ella escucha que él le dice a su mamá: “Tú me tienes ‘jarto’ con esa limpiadera, dicen que el malo soy yo, pero eres tú la que me saca de mis casillas”. Ella no le respondió como solía hacer casi siempre…”. Se detiene.

Se arma de valor y cuenta: “Siguió peleando. Me paré de la cama y alcancé a ver cuando la apuntaba con el arma”. Llora, pero continúa. “Le dije: ‘nooooooo, no lo hagas, papi’, pero era tarde, lo hizo, y sin mirarme, se disparó él”. Ella estaba sola. Su mente se obnubiló y despertó en un centro médico. Los vecinos y las autoridades se encargaron.

“Ya tú sabes el daño que puede causar lo que te acabo de contar, pero fui batallando con esto. Mi tía, la hermana de mi mamá, que vive aquí en Estados Unidos, ha sido una madre para mí. Me buscó ayuda, me acogió en su casa y ha sido un gran soporte para que yo hoy pueda decir: ‘Los traumas no me detuvieron en mi camino hacia la superación’. Logré ser laboratorista, no te imaginas todas las capacitaciones que he hecho y lo bien que me ha ido en la vida”. Es una mujer exitosa.

“Le cogí miedo al matrimonio, pero me di cuenta de que no todos son iguales”

La dueña de este relato duró 14 años sin tener novios por temor a escoger un hombre violento.

La dueña de este relato duró 14 años sin tener novios por temor a escoger un hombre violento.ISTOCK

Aunque creció en Estados Unidos y su idioma principal es el inglés, habla muy bien el español. “Mis padres se ocuparon de que yo no perdiera mi lengua materna. Me siento contenta de ser una dominicana de pura sepa, aunque voy poco a mi país porque mi familia es muy reducida y vive aquí”. Casi todos residen en Estados Unidos.

Tan ligada está a sus raíces dominicanas que su esposo, aunque nacido allá, también tiene sus orígenes aquí. “Tú sabes que yo lo conozco a él desde que yo tenía 13 años. Éramos vecinos, él me lleva ocho años. Nos hicimos muy amigos, pero luego ellos se fueron a vivir a otro estado. Cuando pasó lo de mis padres, su mamá y él fueron a darnos el pésame”. Luego perdieron el rastro de nuevo.

La protagonista de hoy tenía su novio de colegio cuando sucedió la muerte de sus padres. “Pero lo dejé porque le cogí pavor a los hombres. Fue algo demasiado fuerte para una muchacha de 17 años, ver lo que viví, sufrir un dolor tan inmenso como el que experimenté, y de verdad, no estaba preparada para llevar una relación”. Aunque su tía le buscó ayuda profesional, duró muchos años soltera por temor a ser víctima de violencia.

Las terapias la ayudaron a entender que con todo y lo vivido podía y tenía que seguir hacia delante. “Pero preferí continuar el camino trabajando por mi salud mental, y estudiando para lograr ser una buena profesional y lograr al meta que tenía desde pequeña”. Buena decisión.

Rehaciendo su vida

En los primeros años, se le hacía difícil conciliar el sueño. “Duré un buen tiempo medicada, y puse de mi parte para no faltar a mis terapias. Quería estar bien. Sé que nunca voy a olvidar lo sucedido, pero tenía que hacer las paces con mi realidad. El tiempo también se encarga de ayudarnos y la fe en Dios, ni hablar”. Han pasado casi dos décadas de aquella tragedia.

Nunca dejó de estudiar. Cuando pasó lo de sus padres, ya casi estaba de vacaciones. En el centro de enseñanza donde estaba, fueron condescendientes con ella y le dieron sus exámenes cuando se sintió mejor. “Recuerdo que fui al primero y no pude hacerlo, estaba todo muy reciente. Mi tía habló con ellos, y recuerdo que me ayudaron para que no perdiera el grado”. Era buena estudiante, pero duró más de un año para poder entrar a la universidad.

Mujer fuerte y segura de sí misma en la ciudad.

Mujer fuerte y segura de sí misma en la ciudad.Getty Images

“Un día le dije a tía que me averiguara todo para estudiar mi carrera. Ya con todos los datos, lo fui postergando hasta que un día decidí aplicar por la carrera Clínica Laboratory Sciences. Me fui entusiasmando, era mejor de lo que imaginé. Me gradué poniendo mucho de mi parte. Había días que lloraba, pero me quería superar, no quería victimizarme, quería triunfar y lo logré”. Hoy es su pasión. También ha trabajado en fundaciones que protegen a la mujer abusada.

Su matrimonio

Los estudios seguían dominando la vida de la dueña de este relato. No había cabida para el amor. “Todo lo que me llamaban la atención en esta carrera lo estudiaba o lo estudio aún, pero los años pasaban y yo nada de establecer una relación. Un día, ya yo con 31 años, fui a un encuentro que organizó una amiga del lugar donde vivía con mis padres. Lo hizo en un restaurante para yo no viera la casa, pero bien, el caso es que, ahí estaba mi amigo. Nos pusimos muy felices de vernos”. Hablaron hasta el amanecer.

Él estaba pasando por un divorcio, de un matrimonio que sólo duró 11 meses, “y me contó su experiencia. No podía creerme que yo no había vuelto a tener novio desde los 17 años. El asunto es que quedamos conectados, después él me visitó, se mudó más o menos cerca porque consiguió un trabajo mejor”. Ya estaban enamorados.

Comenzaron a salir y ella a observar su comportamiento. “Lo comparaba con mi padre y la psicóloga me ayudó bastante a identificar que no tenía porqué ser lo mismo. Me di la oportunidad. Duramos dos años de amores. Nos casamos y ahora tenemos dos hermosos varones. Tal vez busquemos la hembra”. Termina su historia dejando lo contado como ejemplo de que no importa cuán duras sean las pruebas, tener fe, buscar ayuda y tener fuerza de voluntad son la clave perfecta para salir del hoyo.