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¡El juego fatuo de las apariencias!

Ante la fatuidad de las apariencias, se encarga el ego de hacernos ver realidad en lo falso.

Ante la fatuidad de las apariencias, se encarga el ego de hacernos ver realidad en lo falso.PIXABAY

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Lesbia Gómez SueroEspecial para Listín Diario 
​Santo Domingo, RD

¡No todo lo que brilla es oro, ni toda indigencia es pobreza! Dios nos creó para ser felices, aunque las tormentas como pruebas avasallen, y en apariencia, nos hagan creer que solo vinimos al mundo a sufrir, vivir y finalmente morir.

Obviando que a manos tenemos todas las herramientas otorgadas para ser feliz en un mundo de espejismos.

Observemos en el desierto, con la ardentía de la sed, vemos un oasis irreal que hace desfallecer por la ansiedad.

Vemos rayos desprendidos del sol, y es ilusión, porque este solo es una masa ígnea compacta. Es entonces que, al asegurar la fatuidad de las apariencias, se encarga el ego de hacernos ver realidad en lo falso, que como ilusión nos hace caer con los sentidos en el abismo del dolor y sufrimiento, y la ansiedad por tener bienes materiales que se quedan en su suelo.

Podemos encontrarnos con un indigente, con sus ropas raídas, sin embargo, en este puede encerrarse un alma Maestra e iluminada.

Visto lo visto, el verdadero propósito es trascender a través del conocimiento, y una práctica diaria de amor y servicios que es la joya del alma, donde el ladrón no puede robar ni polilla puede roer. Es descubrir la Naturaleza Divina, imagen a la de Dios, que está oculta en una naturaleza humana, pero necesaria para poder transitar el camino de retorno a su Creador, venciendo con arraigo a las apariencias, y haciéndose héroe en sus batallas internas, las que son las más aguerridas a vencer con el poder dado en la fe, en la Palabra y en el conocimiento de Dios.

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