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ánimo en dos minutos ¿Está usted siendo ‘atraído’?

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Luis García Dubus
Santo Domingo, RD

Si usted quiere, haga la prueba: suelte ahora mismo este artículo en el aire. ¿Qué sucederá? Sin duda alguna caerá al suelo. La razón usted la sabe: la fuerza de la gravedad lo atraerá hacia abajo. 

Usted y yo también somos atraídos por la tierra... Pero no sólo por la tierra.

Preste buena atención a esto, mi querido amigo o amiga: en este mismo momento usted está siendo atraído por otra fuerza.

Y esa otra fuerza no es una cosa, como la tierra, es una persona.

La prueba indiscutible de lo que hoy estoy diciendo está en el centro del evangelio de Juan 6,41-52.

Dice el Señor:

“Nadie puede acercarse a mí si el padre que me envió no lo atrae” (Juan 6,44)

Esta frase suena a determinismo fatalista. Es preciso, para evitarlo, tener en cuenta el “modo” como Dios “atrae” al hombre. 

No lo atrae, bajo ningún concepto, por la fuerza, sino por la invitación a acogerlo ante su manifestación en la Palabra.

El Señor se halla manifestado en la escritura, es decir, se encuentra abierto a todos, y todo el que lee o escucha la Palabra de Dios sin resistirse a ella es atraído por el Padre.

Dice igualmente el Señor hoy: “Todo el que escucha al Padre y aprende, se acerca a mí”.

Y hay también hoy una tremenda promesa para aquel que sea atraído por el Padre mediante la Escritura y se acerque al Señor.

Esa promesa hace que nuestro destino final sea muy diferente al de este artículo, los animales y cualquier otro ser creado. La promesa para el que se acerque al Señor es ésta:

“A ese, Yo lo resucitaré el último día” (Juan 6,44). 

La pregunta de hoy: ¿Está usted siendo atraído por el Padre?

Le puedo asegurar que sí. La prueba es que se ha sentido de alguna manera impulsado a leer hasta aquí algo sobre la Palabra, y no se ha resistido a hacerlo.

Sí amigo, amiga, usted está siendo atraído. Y mientras más lea la Palabra, más fuerte será esa atracción.

A usted le quieren dar Vida Eterna, y si no se resiste, se la dan.

Esa es la voluntad de Dios Padre, y a eso fue que vino su Hijo. Pero usted no está obligado.

Es sólo una atracción...

Y aún hay más: acoger esta atracción significará también estar siendo en todo momento acompañado, conducido y fortalecido por un Señor compasivo que nos va mostrando el camino, nos revela la verdad y termina regalándonos la vida.

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