Un mantel para Nochebuena
De cerca

Celeste Pérez.
Mi abuela paterna era modista. Este dato lo he compartido en otras historias. Y como amante de las telas y los bordados tenía una hermosa colección de manteles, sábanas y cortinas. Cuando falleció yo era una adolescente, y recuerdo perfectamente aquel triste momento y los posteriores a su partida, particularmente, cuando se abrió un mueble grande de caoba, tipo armario, que siempre cerraba con llave. Allí guardó por años todas sus piezas de primera calidad para usarla “un día especial para recibir una visita".
Era impresionante la cantidad de manteles de lino bordados, y no recuerdo haber visto en su mesa ninguno. Si en alguna ocasión lo utilizó, quizá, esa “visita importante” ni se enteró de lo que simbolizaba.
Por suerte, esa mala práctica de guardar “para una visita especial” no es parte de mi filosofía de vida. Y puedo afirmar que ese día aprendí todo lo que necesitaba saber sobre la importancia emocional de utilizar lo que tenemos.
Suscríbete Gratis
Por favor, regístrate ahora para seguir leyendo