en la ruta
el Papa
El Papa Francisco sorprendió al mundo cuando al recibir el premio “È giornalismo”, otorgado por la prensa italiana, advirtió sobre las consecuencias de la desinformación y sobre lo que denominó pecado de coprofilia que afecta a muchos periodistas y comunicadores.
El líder de la iglesia católica se refiere específicamente a la gente que produce basura (pupú) comunicacional y a sus consumidores en desmedro de lo que debe ser la correcta comunicación y el adecuado manejo ético, moral y formador del periodismo.
Mucha gente se rasgó las vestiduras al escuchar la indignación del monseñor Jorge Mario Bergoglio pero no es la primera vez que el Papa truena en ese sentido. Se recuerda que el pasado mes de abril Francisco tocó el tema añadiendo a la coprofilia, la desinformación, calumnias y difamación como males contaminantes de los medios.
Para nadie es un secreto que la modernidad trajo accesibilidad y que la tecnología y las redes sociales han convertido a cada persona en un medio. Solo que también se ha establecido una especie de bueno y válido para la estridencia, la cualquierización, groserías y malos ejemplos.
Da pena y vergüenza ver como buscando audiencia, pseudos comunicadores maltratan el idioma, vituperan, dicen malas palabras, se inventan cosas, chantajean y cual sicarios, deshonran a mansalva en franco irrespeto al público y daño a la sociedad. Nuestra realidad no es ajena a lo que denuncia el Pontífice siendo muchos los ejemplos de gente que sin la calidad, capacidad ni el aval ético, usurpan y contaminan el ejercicio periodístico promoviendo antivalores e involución. Afortunadamente no todos son así.