AGENDA SOCIAL
Desafíos para los partidos
El trajín que genera el período electoral no puede ni debe distraer a los Partidos y demás organizaciones políticas de los retos importantes que enfrentan con miras al fortalecimiento de la democracia. Hemos planteado constantemente lo importante que es para la República Dominicana la seguridad política de la que disfrutamos, que se manifiesta en un clima político donde existe el diálogo, en la posibilidad que tienen todos los interesados en participar de la política, sin que haya grandes obstáculos y en la celebración de torneos electorales creíbles cada cuatro años.
Para nosotros se ha convertido en nuestro día a día, pero basta con observar de cerca muchos países de América Latina y El Caribe y, como no, de otras latitudes, para caer en cuenta que la estabilidad política no es común en todas partes. Nos debe preocupar mucho que el más reciente informe de Latinobarómetro hable de un crecimiento del autoritarismo y que se considere el país como una “democracia fértil al populismo y autocracia”. La afirmación de que República Dominicana transita “levemente en el sentido contrario a la consolidación democrática” constituye el mayor riesgo que debe ocupar el tiempo de los Partidos y organizaciones políticas.
En el diseño democrático, corresponde a los Partidos y organizaciones políticas, junto con los órganos del Estado, la protección de los valores democráticos. No es una tarea que se reduce a la participación en los procesos electorales. Requiere, de igual manera, de una inversión considerable en formación, en fortalecimiento de los mecanismos de participación y fiscalización, necesita de una preocupación genuina por corregir las situaciones de vulnerabilidad del sistema democrático que, muchas veces, solo podemos verlas el día de las elecciones.
Pasado el proceso electoral del próximo mes de mayo, tanto la Junta Central Electoral, como el Tribunal Superior Electoral y las organizaciones políticas, tienen la responsabilidad de analizar profundamente los fallos del proceso, mediante una investigación cuantitativa y cualitativa que sirva de base para un diagnóstico sobre los retos del sistema democrático.
Pero en el caso particular de los Partidos y organizaciones políticas, lo que se impone es una reflexión profunda sobre el rol de estas organizaciones en un mundo que ha cambiado y evolucionado, donde las instituciones tradicionales van perdiendo credibilidad y legitimidad, poniendo en riesgo la democracia.
Es una reflexión que se tiene que hacer como clase política, no es un asunto aislado de uno u otro Partido u organización. Debe ser una discusión abierta, guiada por actores que cuenten con el reconocimiento de todos, para dar a luz un planteamiento productivo para el sistema democrático. Esa es y deber ser la prioridad de todos después de las elecciones, antes que una crisis obligue a hacerlo. Tenemos que vernos en el espejo de otros países en los cuales el descontento, la desafección y el sentimiento de exclusión y pesimismo, han dado lugar a incipientes autocracias o a la normalización de la narco-política.