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TESTIGO DEL TIEMPO

Debemos revisar financiamientos políticos

Ahora que la clase política llora lágrimas de sangre implorando el desembolso de miles de millones del erario para financiar a los partidos, debemos reflexionar profundamente. Nos costó varios años y gobiernos que le dediquen el 4% del presupuesto nacional a la Educación, pero la clase política se atribuyó el 5% del presupuesto.

Imagínese que el 80% de esa suma se invierte básicamente entre los cuatro partidos con mayor votación en las últimas elecciones, unos RD$500 millones para cada partido. Esa es la única plata pública que se utiliza libremente, sin restricciones ni inspecciones, es dinero para gastar.

Si en la clase política, gobierno y oposición, existiera un mínimo de decencia, ellos mismos hubiesen creado los mecanismos de control y fiscalización. Pueden tomar de ese dinero, reservar un porcentaje, un cinco por ciento, para contratar una compañía de auditores independientes que auditen a los partidos.

Mucho de ese dinero se invierte comprándole apartamentos a amantes, autos a hijos, nietos u otros familiares, que nada tienen que ver con la democracia dominicana. Nadie en ninguna democracia medianamente auto-respetada, utiliza dinero público sin rendir un riguroso informe de cómo lo gasta.

Tenemos que establecer nuestras prioridades de manera clara, ¿Qué es más importante, garantizar un nivel económico a nuestros políticos, o garantizar una buena educación a nuestros hijos?

Aquí en los Estados Unidos, por ejemplo, el gobierno “ayuda” a financiar campañas de algunos candidatos, pero ellos deben recaudar donaciones de campaña. El gobierno paga tres o cuatro veces lo recaudado por los candidatos, pero eso tiene límites. Las donaciones son pequeñas, generalmente menos de US$2.500, dependiendo de la candidatura que fuere.

El gobierno no les desembolsa los fondos a los partidos porque el Partido Revolucionario Moderno (PRM) no los necesita, administra el Presupuesto Nacional, retiene la plata estratégicamente.

Y esto obliga a pensar seriamente, un gobierno tan bien posicionado (más de un 60% en las encuestas) reteniéndole fondos y creándole obstáculos a la oposición. Parece que ni ellos creen en sus propias encuestas.