SIN PAÑOS TIBIOS

El PLD: ¿Purga o autocrítica?

“¡La principal organización política de República Dominicana!”, decía el maestro de ceremonias de la reunión del Comité Central del PLD (CC) del día de ayer, mientras la mayoría aplaudía al unísono coreando: “¡Danilo, Danilo, Danilo!”.

Uno lo escucha y al principio se pregunta, ¿y será que no se enteraron de los resultados de mayo?, aunque luego se pone en duda todo el ejercicio pirotécnico, acaso porque no era más que un divertimento.

Vamos, que lo hizo Mao con las “Cien Flores” en 1956 y Trujillo con el MPD en 1960; porque si bien la autocrítica era consustancial en partidos comunistas desde 1925 –cuando el camarada Stalin la conceptualizó en “Los Fundamentos del Leninismo”– el sustrato epistemológico del marxismo la daba por descontada; aunque, en los hechos posteriores, esta fuera instrumentalizada –tanto por Stalin, Mao y sus discípulos– más como prueba de la desviación (y traición) ideológica, que como honesto reconocimiento del error y sujeción a los lineamientos de la dirección partidaria; y, en última instancia, como evidencia que justificaba el resultado lógico del siguiente paso: la purga.

Y es que autocrítica y purga eran dos caras de la misma moneda en la cosmogonía marxista-leninista; la introducción que precedía a la orgía de sangre y terror en la que los enemigos políticos eran eliminados.

Guardando distancias y contextos, la llamada de Medina a un “X Congreso” –sumado al anuncio anticipado de renunciar a reelegirse en la posición de presidente del partido– causó el efecto deseado, al hacer que los opositores a su liderazgo revelaran su identidad, al optar públicamente por la renovación y la sustitución de la nomenclatura partidaria.

Al ingenuamente tomarle la palabra al hábil taumaturgo, asumieron que en buena lid podrían en la reunión de ayer torcerle el brazo a punta de evidencias electorales incuestionables y de los votos de una mayoría que –en principio– se revelaba desafecta, pero, con el pasar de los días, empezó a cerrar filas en torno al verdadero caudillo; el que los hizo gente, les dio cargos y puestos, preeminencia política y –como el whisky aquel– “distinción y prestigio”.

La política en este país no se hace sobre deberes u obligaciones, sino sobre favores y lealtades, y por eso en la carta del día 08 apenas 162 miembros del CC (de 1,200) planteaban una agenda revisionista, frente a la suscrita por más de 1,000 miembros que exigían la continuidad de Medina.

Danilo juega al tiempo, es lo que mejor sabe hacer. El congreso durará lo suficiente para coincidir con la anunciada reforma constitucional de Abinader, que, como colateral, lo habilitaría de cara al 2028 y entonces, todo el juego cambiará, pues él es –con mucho– el activo electoral más importante del partido.

No era difícil predecir el resultado de ayer… Sólo había que leer “El Gatopardo” para saber que a veces, “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”.