La reforma

Muy lejos del beneficio personal como ha ocurrido en casi todas las 39 veces en que se ha hecho una modificación a la Constitución, con su propuesta de reforma el presidente Luis Abinader lo que procura es fortalecer la misma.

Unificar las elecciones municipales, congresuales y presidenciales en un mismo día; reducir de 190 a 137 la cantidad de diputados; poner candados que impidan más de dos períodos de mandato presidencial y fortalecer la figura del procurador general de la República para que su designación o destitución no sea mediante decreto, son contribuciones positivas y revolucionarias.

Cuatro puntos a los que ciertamente hay que buscarle las adecuaciones técnico-jurídicas necesarias para que no choquen con otros artículos ni disminuyan las conquistas obtenidas, pero que muestran a un jefe de Estado comprometido con la aportación de un bien intangible para el país.

Una postura por demás valiente y desprendida porque, pese a que siempre ha sido una queja colectiva el carácter supernumerario –y oneroso- de nuestro congreso, el criterio de que las clases no se suicidan se evidencia en que los políticos nunca accionan en su perjuicio y aquí el primer candado antireeleccionista se lo está proponiendo él mismo.

Luis Abinader, que con la iniciativa mira hacia la historia, también hace un ejercicio de coherencia ya que en su reiterada preocupación para que la persecución penal en el país sea lo más despolitizada posible, pretende con esta acción que la jefatura del Ministerio Público quede protegida constitucionalmente.

Lo que abunda no daña y la intención de la propuesta es buena ya que fortalece la Carta Magna y brinda tranquilidad social, electoral y económica.