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Las fechas son simbólicas

Un día como hoy Santana se salió con la suya. De julio a noviembre de 1844 fue el viacrucis que padeció la naciente república en su camino hacia el autoritarismo expresado en el fatídico art. 210; el mismo que permitió al dueño de “El Prado” gobernar el país como si de su finca se tratase… “sin estar sujeto a responsabilidad alguna”.

A 180 años, las 40 reformas realizadas harían pensar que nuestra Constitución sufre de Trastorno Dismórfico Corporal, pues el constituyente siempre encuentra una razón para intervenirla, al punto de realizar una modificación cada 4.5 años desde la fundación de la república.

El programa tradicional de la efeméride ordena ir a San Cristóbal y pronunciar discursos. Opiniones a favor y en contra del texto fundacional y de las maniobras de Santana siempre las habrá, pero el pueblo dominicano decidió ser soberano, dotándose de una Constitución que organizara la vida política de la joven nación.

La fecha es importante. En el calendario litúrgico de la dominicanidad, un día como hoy decidimos transitar el sendero del Estado de derecho y apostamos a la libertad y la democracia. Con altos y bajos; manipulaciones o retorcimientos; nuestra Constitución cristaliza el ideal de país que aspiramos ser. Funcional o no, ella encarna la nación en toda su dimensión.

Celebrar la Constitución es necesario, porque nos reconecta con nuestros orígenes y renueva el pacto fundacional en que se sostiene el Estado dominicano, validando su esencia. Porque cada caída ha sido también una oportunidad para levantarnos.

Hoy, sin embargo, conmemoramos un miércoles lo que celebramos un lunes. El asueto es consecuencia de la efeméride, no al revés. Si antes el 06 de noviembre era no laborable, era como expresión de júbilo y regocijo nacional ante tan magno acontecimiento (igual que el 26 de enero o el 27 de febrero), sin embargo, a 27 años de aplicación de la ley 139-97, la celebración de episodios fundacionales de la dominicanidad se han vaciado de contenido, y celebramos las efemérides priorizando “el incremento de los índices de producción y productividad”; enfocados más en construir fines de semana largos que propicien el ocio, que en celebrar patrióticamente la fecha el día que corresponda.

Desvincular la celebración de las fechas patrias del calendario ha erosionado las bases de la conciencia patriótica, ya que se está más atento al fin de semana largo resultante del constructo legislativo que a la efeméride en sí.

Valdría la pena que el gobierno analice la pertinencia o no de mantener vigente la ley; que hay suficiente experiencia, conocimiento e información histórica para cuestionarla. Que la independencia la hicieron un martes en la noche y a nadie le importó que el miércoles fuera laborable.

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