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Los ritos cambian, la muerte es la misma

Michel Vovelle, en su prefacio a “La muerte en el Occidente” (París, Gallimard, 2000), dice que algunos críticos le habían hecho la observación de que su magistral trabajo sobre la muerte no tenía conclusión. Esa “falta”, según asegura el conocido historiador francés, era una manera de dejar a cada uno de sus lectores una conclusión “en función de su visión y de su relación personal con la muerte…”

Tanto Vovelle como Philippe Ariès, “El hombre ante la muerte” (Paris, Editions du Seuil, 1977), llegan a semejante conclusión: la muerte es la misma desde los tiempos más remotos hasta nuestros días. En realidad, ha sufrido variantes en cuanto al enfoque y a los ritos que la acompañan, según las épocas y las creencias, pero la muerte sigue siendo la misma.

Lentamente, los ritos cristianos han evolucionado con relación a las clases sociales conjugados con el fervor religioso del finado y la familia. En la tradición protestante, el rito de la muerte, desde el fallecimiento al entierro, pasando por la mortaja y la introducción en el féretro, difiere de la tradición católica. Los protestantes, por ejemplo, aceptan la cremación sin temor, los católicos, aún practicándola, expresan cierta reticencia.

Aunque los estudios de Vovelle y Ariès se refieren exclusivamente a la muerte en Europa, desde la Edad Media hasta nuestros días, la República Dominicana no escapa a ese enfoque por su fuerte relación con España y el mundo Occidental. Las grandes ciudades dominicanas han abandonado el velorio en la casa y la funeraria, como última morada del difunto, ha sido asimilada. Sin embargo, en las religiones, salvo excepciones, la cremación es tabú; aunque ciertos sectores de clase media y alta lo hayan adoptado. La cremación es todavía un acto de valor frente a las arraigadas creencias católicas y supersticiosas de los dominicanos que la Iglesia no condena ni rechaza.

Joaquín Balaguer, en guisa de ilustración, había expresado, en diversas ocasiones, el deseo de ser velado en su casa, en su lecho y fuera del féretro. Voluntad que, no siendo última, estaba presente hasta en sus obras. Esa última voluntad de Balaguer fue respetada sin que los ritos de la muerte en República Dominicana sufrieran alteración alguna. En República Dominicana han cohabitado siempre costumbres casi medievales (zona rural), con modernas (siglo XX y el actual), sin entrar en contradicción con las de hoy.