OTEANDO
El regreso de Guido Gómez Mazara
Soy amigo de Guido Gómez Mazara desde hace casi tres décadas, si bien la vida, en ocasiones, nos haya colocado en litorales opuestos, cosa que él nunca ha tomado en cuenta a la hora de prodigarme su trato respetuoso y manifiestamente cariñoso. Al punto de que ha tenido la humildad y la tolerancia de aceptar de mí consejos que nunca me pidió. Doña Carmen, su madre, me dispensa idéntico trato, por lo que, las situaciones coyunturales, no me harán descender a la mediocridad a la hora de reconocer lo bueno que haga.
Cuando Guido asumió en el INDOTEL, algunos comentaristas del medio donde hago análisis político, apostaron -confundiendo sus aptitudes para la argumentación con predisposición a la beligerancia- a que su temperamento le dificultaría hacer una gestión exitosa. En la ocasión refuté esas posturas arguyendo dos cosas: primero, que Guido, a más de hombre bueno, es uno de los escasos dirigentes de su partido dueño de un acervo holístico, pues en él se conjugan excelente formación intelectual y profesional, y segundo, que es un ser dialéctico, cuyas experiencias han favorecido su comprensión del Estado, por lo que apostaba a su desempeño exitoso.
Y así ha ocurrido. Hoy, por ejemplo, a propósito del asunto del edificio que comprará para alojar el INDOTEL, la gestión de Guido produce una visible diferencia con el manejo que se ha dado al tema en esa y otras instituciones, tanto en gobiernos pasados como en el actual. Los que padecen su carisma y su desempeño, no han dudado en buscar puntos oscuros en la negociación. Ayer oí a uno decir que consultó a “expertos” que le informaron que, para “amueblar” un área como la pretendida, apenas es posible presupuestar un siete por ciento del precio total de la misma, y que Guido, en contraposición, pretendía invertir en ello un setenta por ciento con relación al indicado precio.
Me quedé absorto ante lo que provocan la ignorancia propia y el éxito ajeno. Dicha figura ignora que nadie puede adivinar si Guido quiere dotar dicho edificio de muebles fabricados en Villa Juana o importados. Pero más aún, ignora que este no es el momento en que Guido debe dar explicaciones sobre el particular, sino después de que la inversión en el indicado renglón haya pasado el tamiz de la ley 340-06, a cuyo régimen debe someterse. Y peor, no investigó, pues la partida se proyecta para “equipamiento y adecuación del edificio”. Y, “quien no investiga, no tiene derecho a la palabra”. Por todo los anterior, reafirmo, el regreso de guiso será exitoso.