OTEANDO

Insuficiente discurso del ministro de Energía y Minas

He oído al ministro de Energía y Minas, Joel Santos, en reciente entrevista que concedió a una emisora de radio, implementar un discurso desalentador para una población que está sufriendo los embates de apagones de seis y siete horas. El ministro que le precedió resultó un fiasco que, en campaña, se jactó de ser el genio “A ladino” que resolvería el problema energético al chasquido de sus dedos pulgar y corazón, fanfarria solo comparada con aquella que hizo el tristemente célebre Temístocles Montás, cuando afirmó que, el mismo problema, lo resolvería en tres meses. Ahora llega el señor Santos Echavarría y todos nos llenamos de expectativas positivas, por el abolengo de buen gerente que le precede. Sin embargo, siento que su discurso no le ayuda.

En infinidad de ocasiones he oído que los pueblos necesitan de sus autoridades soluciones, no de excusas liberatorias. De ahí las tantas críticas que se hacen al pésimo habito que adquieren los líderes políticos de capear sus responsabilidades echando la culpa a los malestares estructurales, a la cultura, a la mala gestión de sus antecesores o, de igual manera, al hecho de que el problema que se pide resolver tampoco fue resuelto por quienes les han precedido. Los gobernados suelen ver en esta actitud puras artimañas procurantes de su indulgencia. Un gobierno, un funcionario público están para resolver, no para justificar, dicen las mayorías. Y es que, en puridad, a eso se contrae la política y la gerencia pública, a gestionar conflictos y proveer bienes públicos.

Siento que el actual ministro de Emergía y Minas, a quien, repito, reconozco un vasto acervo profesional y un historial de eficiente desempeño, anda dando tumbos en las respuestas que emite a los periodistas acerca de problemas ínsitos de su ministerio. No puede el ministro decir -al menos con pretensión de excusas- que el problema del fraude eléctrico lo padecemos desde el año 1962; tampoco, que el déficit financiero de las EDES se debe no solo a los fraudes, sino a la energía que no se factura; en fin, pretender vacunar a los ciudadanos contra la indignación a fuerza eufemismos: si no se factura, que se facture; si hay fraudes, que se persigan; y si la causa de los males no tiene nada que ver con tales argumentos, ¡por dios, seamos sinceros! Usted sabe perfectamente, señor ministro, que esas no son las causas. ¡Por favor, tome el toro por los cuernos! Y no permita que ese puesto destruya su bien ganada reputación.