MIRANDO POR EL RETROVISOR
Las angustias de ser micro
Josefina (no es su nombre real) tenía una microempresa con dos empleadas que devengaban sueldo mínimo. Con una de las primeras alzas salariales en la actual gestión y con la factura energética que le llegó duplicada, tuvo que cancelar a una de sus trabajadoras. Otro incremento en su factura de electricidad -ahora cuadriplicada- y la antepenúltima alza del salario mínimo, la llevó a cancelar a su segunda empleada y a atender sola su negocio, en un intento por sobrevivir.
Cuando su factura energética tuvo otro incremento exorbitante, convirtiéndola en prácticamente impagable, decidió cerrar su negocio. La microempresaria abrió entonces un puesto de empanadas frente a su casa, el famoso “yaniqueque” que tanto consumen los dominicanos.
Y, paradójicamente, ahora le va mejor en la informalidad. Atiende sola su negocio, no paga impuestos y tampoco factura de electricidad. Recibe la tarjeta Supérate, con Bonogas incluido, que ahora usa para cocer sus empanadas.
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