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Abinader, Hipólito, García Fermín y la educación superior

Corrían florecientes los finales días de abril del 2024 y el tapón insoportable del km 9 alteraba el humor al más apacible. Bocinazos, choferes violentos y la imprudencia generalizada de esos conductores que, por ese hábito hórrido de ponerse delante de los demás, taponan entradas a túneles, elevados e intersecciones. Tal espectáculo me hizo lamentar a dónde ha venido a orillar la ciudadanía que se anheló repleta de bonhomía, alegría y calidez; construida desde la cultura y la educación.

Con tal pandemónium urbano precediendo, el retraso se teme. Sin embargo, no ocurrió por salir con anticipación. 1:15 horas entre el km9 y la Plaza de la Cultura, ¡es insoportable, inaceptable, Señor!

Llegué al Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Mescyt), subí al 2do piso. Allí, el doctor Franklin García Fermín reconocía al expresidente Hipólito Mejía (2000-2004) por haber propiciado y promulgado la Ley que fundó la entidad, la #139-01.

Su narrativa resaltó la importancia del Mescyt para un país urgido de incrementar la calidad anhelada en ese nivel de educación del que el desarrollo depende; desde el cual progreso y bienestar devienen realizables, oportunidad. Discurso retomado, institucionalmente, iniciando este 2025, según la más reciente nota del ministerio.

El ministro García Fermín bocetó la figura y gestión de don Hipólito con términos elogiosos, lo cual se esperaba, por ser el objeto de la convocatoria. También porque el protocolo manda a los anfitriones a no ofender a sus huéspedes. Nadie podía esperar que antes de responder al ministro —“¿Cuales razones lo motivaron a apoyar y promulgar esa ley?”, había preguntado— el expresidente Mejía le dijera, en chanza, como acostumbra, algo así: “Con esas palabras, me estás tumbando el polvo, Franklin...”. Y risas, claro. Mejía Domínguez continuó: “Pero eso está bien… Yo también tumbé polvo cuando debí hacerlo”. Las risas fueron más. Y arguyó: “Sobre tu pregunta: consideré que con esa Ley aportábamos al país una entidad que promoviera y regulara la calidad educativa a nivel superior”. No fueron sus palabras exactas, advierto. Las ideas, sí.

Hipólito destacó el objeto del Mescty: promover y regir la calidad educativa superior. Esa que al avanzar su fusión con el Ministerio de Educación (Minerd) podría concebirse ampliada: transfiriendo al Mescyt órganos que para tales fines engulle el Minerd, haciéndolo juez y parte. Ante estas funciones, ¿podrían esas entidades copelarse, sin diferenciar ámbitos y jerarquías,…?

Si la comisión que el Presidente Abinader designó para tales fines lo considera, el Mescyt podría ser robustecido: colocándolo en posición rectora, como Salud Pública ante el Servicio Nacional de Salud (SNS). El Minerd, de tal modo, fungiría como proveedor de servicios de educación pública. A la probable nueva institución pasarían las entidades responsables de los diferentes grados y modalidades educativos: preuniversitaria, vocacional, técnico-profesional (incluyendo el Infotep) y artística... Bajo un órgano rector, superior: responsable de promover y regir, en general, el sistema educativo. Tal opción eliminaría la dispersión y duplicidad funcional, racionalizando el presupuesto, permitiéndole ser Presupuesto Educativo. Y que en el 2026, de ocurrir, el país inaugure un renovado y esperanzado enfoque, un ojo avizor sobre todos los niveles de la hibernante calidad educativa nacional.